Una puesta de sol en el Albaicín

Bien dijo el que fuera presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, que la puesta de sol desde el Albaicín es la más hermosa del mundo. Siempre me enamorará Granada... Volver me produce una sensación inexplicable: se me erizan los cinco sentidos y se convierten en una explosión de sensaciones.

Hemos ido a enseñarle a Lucía lo maravillosa que es esta ciudad y, no podía ser de otro modo, quiere volver pronto... "prontito, prontito, mami" (esta niña cada día me sorprende más). Ha disfrutado muchísimo y se ha quedado maravillada con todo lo que ha visto y vivido. No cabe duda de que muy pronto volveremos...

Hoy os traigo algunos detalles sorprendentes de este mini viaje que espero os gusten. Si tenéis ocasión, id a visitar esta ciudad... ¡Merece la pena verla!

Para empezar, os mostraré los tejados del barrio del Albaicín (Patrimonio de la Humanidad), desde la pequeña terraza del apartamento donde nos hemos hospedado.

Pasear por estas callejuelas es remontarse a sus raíces moriscas, un placer para los sentidos: redescubrir el color por sus estrechas calles, donde las tapias encaladas están salpicadas de yedras y buganvillas; el olor a jazmín, té y cuero; mil iluminaciones, según la hora del día... un sin fin de sensaciones que no pasarán desapercibidas.

Descubriras mil formas distintas de ver una cosa, como la vista de La Alambra desde EL Mirador de San Nicolás, donde veréis cómo empieza a teñirse de rojo con el ocaso. ¡No me podéis decir que no es una maravilla! Quizá también por eso la denominaron así, ya que Alhambra significa "fortaleza roja", ¿no os parece?

Y, cómo no, la primavera también ha llegado antes de tiempo y brilla con luz propia por caminillos y avenidas:

En fin, ya veis que Granada es diferente, abierta, luminosa, colorida, olorosa, simpática, histórica... maravillosa.

Mañana os traeré la segunda parte de este viaje, donde os enseñaré algo de sierra y algo de Ciencia, porque en Granada también hay lugar para la diversión y para aprender.

Besotes